martes, 24 de junio de 2008

Saritote, o de Taku Sugimoto y Mahler













Rubén, no me importa lo que digan los críticos. Nunca he querido explicar mi música. Mi música consiste en algunos sonidos y silencio, y eso es todo.... Para mí, la música es un modo de vincularme con la sociedad que me rodea, de examinar las distintas maneras de cómo somos. A este respecto, gran parte de la crítica musical afirma que la música debe progresar y, superficialmente, es cierto que evoluciona, pero se trata de una evolución superficial, casi de modas. A no ser que nuestro espíritu -algo más profundo que las modas- progrese, resulta ridículamente extraño pensar que la música (como todo el arte) progrese de verdad. (Entrevista realizada por Rubén a Taku Sugimoto para Oro Molido, Agosto 2004)

Han pasado ya unos cuantos meses desde la primera escucha de Saritote, de Taku Sugimoto con la cantante Moe Kamura. Y cuanto más tiempo pasa, más me gusta. Procuro no escucharlo más, por si las moscas, y quedarme con esos 11 minutos que por su aparente ligereza y estudiada fugacidad son algunos de los más vivos que he escuchado ultimamente. Taku Sugimoto, en silencio casi desde Italia (A bruit Secret, 2001), presentando grandes marcos de tiempo en los que sus notas (o las de sus compañeros, desde Tokio hasta Viena) nacen, crecen y mueren, graba con Moe Kamura un ciclo de canciones, 7, con una duración total de 11:49 (saritote Disk, 2007). Cage, también presente. El uso del piano de juguete es obvio, pero también el uso de la voz y las melodías elegidas, que recuerdan a buena parte de las canciones compuestas por Cage (Joan La Barbara. Singing through John Cage. New Albion. 1990). Y, claro, la quietud (quietud que supera a la inacción de Sugimoto en las grabaciones de sus improvisaciones y composiciones de los últimos siete años http://www.universosparalelos.org/oromolido/articulos.asp?fecha=22)

Hace unos meses, la ONE hizo una eficaz versión de la Canción de la Tierra. ¿Cuándo un gestor con ojo, oido y sensibilidad se atreverá a programar, justo despues del final de Der Abschied , el ciclo Saritote, con la orquesta aún presente? Probablemente eso no ocurra jamás, pero sería la hostia (y para algunos, en plena cara).

No quiero escucharlo más, pero creo que este verano no tendré otro remedio que volver a Saritote.

domingo, 22 de junio de 2008

Gloria a Cage













Maria Hassabi, griega de Nueva York presentó en el In-presentables (seis años, ya. Ojalá llegue a diez, o muchos más) su nueva pieza, Gloria. Del PS 122 a la Casa Encendida gracias al buen ojo de Juan Domínguez y al compromiso de la Casa Encendida desde sus comienzos en esta iniciativa necesaria en Madrid (ha pasado ya mas de una década desde Desviaciones!!). Gloria son dos solos (y según las circunstancias tres. En Madrid fueron sólo dos) independientes y simultáneos. Uno interpretado por la propia Hassabi y otro por Hristoula Harakas. Ambos solos presentan las mismas características. Se trata de una secuencia de gestos mantenidos, como poses, que no evolucionan sino que se transforman, y allí se mantienen, en su quietud, con las excepción de algunas frases. Y, claro, repetidas. Dice la coreógrafa que los dos solos son independientes y que se muestran en simultaneidad. No sabemos si la simultaneidad está fijada o no, es decir, si el momento del comienzo de los solos depende de la elección de las intérpretes o no. Me da la sensación de que la libertad no es tal (aunque podría, ya que el marco sonoro lo permite dentro de ciertos límites de tiempo) (y no lo sabemos porque no quisimos, ya que después del espectáculo las artistas se ofrecieron a un debate con el público). El marco sonoro, fantástico, a cargo de Jody Elf: elaboración sobre el tráfico que rodea (no podemos dejar de acordarnos de aquella pieza distinguida de la Ribot en la que era arrullada, en su sueño veraniego, por el sonido procedente del camión de la basura) a la artista en el momento de concebir la pieza (qué maravillas haría esta coreógrafa con la música conjunta de Lescalleet y Lambkin). En fin, quietud (es la inmovilidad en la danza el equivalente al silencio en la música?), simultaneidad (otras simultaneidades: tú la coreografía y yo la música, cada uno por su lado) y el gozo del rumor del tráfico. Cage cabalga, y los más jóvenes artistas lo usan, lo entienden y, quizás, lo mejoran. Eso sí, la elección del vestuario escapa a mi razón (cierto es que cosas más tremendas hemos visto en las coreografías de Cunningham, pero...).
Créditos de la foto: Diseño de escena de Scott Lyall para Gloria, de Maria Hassabi, en el Ballroom Marfa, Marfa, TX, sobre un diseño de luces de Joe Levasseur

martes, 10 de junio de 2008

Le Dragon Bleu

















En el 4º Festival de las Artes de Castilla y León se presentó, en régimen de co-producción el 4º dragón de Lepage. Al final del tercer dragón, un joven canadiense llega a Shanghai y se introduce en el sector de las artes plásticas. Casi veinte años después, este joven -y su historia familiar- es el protagonista del Dragon Bleu. Lepage en el escenario resulta, siempre, inquietante. Multiforme -pese a que en esta pieza sólo interpreta al mismo personaje- el rostro de Lepage es tan voluble que llega a confundirse con el de la estupenda Tilda Swinton (que protagonizó su film Possible Worlds, 2000). Pierre Lamontaigne vive en Shanghai, se relaciona como puede con las mujeres y con la memoria de su padre. Se tatúa un gran dragón en la espalda y se lía con la tatuadora. Después, como en Andersen Project, la maternidad/paternidad. No emociona como los tres dragones previos, ni sobrecoge como el The Far Side of the Moon, ni crea un vínculo inolvidable con las víctimas de la Geometría de los Milagros, ni sorprende como el Elsinore, ni te acerca al horror de la fragilidad del Andersen Project. Sin embargo, y pese a cierta ligereza, como el que no quiere la cosa, se da cuenta uno que ciertas imágenes de la obra quedarán para siempre en su memoria, produciendo una empatía con un pobre hombre al que, de todo corazón, le deseamos lo mejor.

PS: Sentir en el cogote de uno a Robert Wilson viendo a Robert Lepage produce, cuando menos, una sensación curiosa. ¡Qué cosas pasan en Salamanca!

jueves, 5 de junio de 2008

Home is where my hard disk was













En el 2002, el sello alemán Grob publicaba Home, gran disco a cargo de SSSD (Siewert, Martin; Stangl, Burkhard; Sugimoto, Taku y Dafeldecker, Werner). Los títulos de las piezas formaban la frase que titula esta entrada. Mi disco duro se rompió a finales de abril...


Desde entonces, convulsiones, desapariciones, el resonante quiero volver a casa de Carlos Fernández, el horror (ético y estético) del Boris Godunov de la Fura/David Planas (Jack Bauer redentor, acuérdate de nosotros), la angustia del aspersor del jardín del notario/gasolina que empapa a un autobus ocupado en el Líbano de Wajdi Mouawad, Anne Teresa de Keersmaeker haciendo Fases en el Mercat y la promesa del Dragón Azul de Lepage en Salamanca el próximo sábado. Músicas, las justas: sólo Teiji Ito, las cuatro referencias de Tzadik una y otra vez en mi cd. Y Audrey Chen. 1.500 euros (iva incluido) y el disco duro se arregló. Ya estamos todos juntos, en casa.