El 16 de marzo de 2008, una semana después de las elecciones generales, se interpretaron en España, y por vez primera, cuatro de las siete partes que componen The Great Learning (1968-71), inventada por Cornelius Cardew (1936-1981). Llorenç Barber, intentando animar al coro en el último de los ensayos, dijo "con la interpretación de esta obra, hoy, en Madrid, en 2008, muere una parte más del franquismo". El coro reaccionó con extrañeza (qué lejanos estaban muchos de los intérpretes, con su repetidora al frente, del sentir de la obra) pero sirvió para el debate a media hora antes del comienzo. La Casa Encendida, una vez más, en colaboración con Músicadhoy, servía como escenario, en las fronteras de Lavapiés, de una experiencia rara con cuarenta años de retraso (más de dos generaciones!).
Cardew y la Scratch Orchestra. Cardew y Confucio. Cardew ante el individuo y los sistemas de organización social. Libertad y objetivos compartidos. Egos diluidos en busca de un objetivo común. El autor desaparece. Llorenç se lo pasa de perlas dirigiendo la ensamble de pitos y trompetillas. Los chavales de Móstoles soplan los instrumentos con pasión (otra cosa es el componente escénico, que sí parecía anticuado. ¡Qué viejas nacen las propuestas escénicas de muchos músicos...casi tanto como las propuestas musicales de la gran mayoría de la gente de la escena!). El coro (que con gran alegría permitió a este que suscribe integrarse en el mismo: "-¿tu sabes cantar? -No. -Hummm. Bueno". Estaba en la partitura) defendió con fuerza la inferioridad del hombre ante la naturaleza (los percusionistas, que aquí sustituían los tambores originales por material de desguace en una apuesta acertada de Llorenç Barber). Raúl Arbeloa, en labores de director escénico, también tomó decisiones acertadas: la configuración espacial de los coros en el Parágrafo 2; la elección de los distintos grupos participantes, etc. Carlos Marqueríe (queda pendiente una futura entrada sobre el lejano Titanic) iluminó todo el asunto con sabiduría y sutileza.
Pese a todo, no gustó. Cuarenta años de retraso tienen sus consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario