lunes, 7 de abril de 2008

El martillo de Boulez















Hace poco más de una hora, la Ensemble Intercontemporain, bajo la dirección de François-Xavier Roth, terminó la interpretación del Marteau sans Maître en este Madrid del siglo XXI. En el siglo XX, fue el propio Boulez, en el otoño del 92, quien la interpretó, al frente de la Ensemble en la sala de cámara del Auditorio Nacional (pasamos de 692 a poco más de 400 en la 400 del Reina...¿vamos a menos?). Los que han estudiado música y/o musicología odian el martillo, de la misma manera que una parte mayor de la sociedad odia el Quijote o la Celestina. El martillo es una de esas obras que nace ya siendo obra maestra, y se convierte en objeto de veneración, análisis y en símbolo del poder recién conquistado. La sombra del marteau oculta su esencia y es desde lo que significa como es recibida, comentada, referenciada y, desgraciadamente, poco interpretada. Falta naturalidad, roce, cercanía, para disfrutarla como se merece. La interpretación de hoy fue otra oportunidad perdida. Se hizo rápida, muy rápida, como con prisa. Y muy alto, muy fuerte. Supongo que en este punto, y dado que algunos de los intérpretes de esta tarde llevan tocando la pieza varias décadas, será la propia referencia de Boulez la que establezca el criterio de la intensidad. Sin embargo, creo que la pieza gana en eficacia reduciendo su intensidad, haciendo que sea poco más que un susurro. Es ahí cuando la obra gana en cercanía y en capacidad de seducción. Es ahí cuando uno se olvida del gran aparato teórico que sostiene la obra y la disfruta como una verdadera obra maestra.

El resto del programa estaba compuesto por una obra de Bruno Mantovani (1974) y otra del español Alberto Posadas (1967). Me aburrí mucho en la animada obra de Mantovani y me interesó la de Posadas. Tiene suerte Posadas con sus intérpretes. Recuerdo hace pocos años, justamente en la inauguración de la sala 400 (entonces se la llamaba 500), un cuarteto suyo interpretado por el Arditti. En cualquier caso, se trata de uno de los muchos aciertos de Jorge Fernández Guerra al frente del CDMC: programar la obra de los compositores españoles en el contexto histórico y estético al que pertenecen. La gestión de Jorge Fernández Guerra es, como todas, susceptible de críticas, pero también es susceptible de halagos...y gestiones de este segundo tipo son las menos.
Dibujo: Ted Norman

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